Jujuy al Momento Diario
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КОМЕНТАРІ

  • @deichdie
    @deichdie 6 годин тому

    Mmm... Esa arquitectura precarizada y ese acento pseudo boliviano. Es jujuy por ahi conozco.

  • @gladysbravo3322
    @gladysbravo3322 День тому

    ua-cam.com/video/99y74QqpzUc/v-deo.htmlsi=1FYii5D6ic7apkdV

  • @lionelvilte7546
    @lionelvilte7546 2 дні тому

    Milagro Salas era Fiel Servidora de Cristina Kirchner Pero lo chistoso que a Milagro Salas la metieron Presa Pero No a Cristina Kirchner Otra ladrona Ni Milei lo hizo Que en su Campaña hablaba de la Casta Política El también Es lo mismo otra Casta Más del Montón

  • @lionelvilte7546
    @lionelvilte7546 2 дні тому

    La Mayor Ofensa que hizo al Pueblo Jujeño Milagros Salas fue quemar la Casa de Gobierno

  • @lionelvilte7546
    @lionelvilte7546 2 дні тому

    Los políticos meten presos a los políticos

  • @Eiou369
    @Eiou369 2 дні тому

    🇦🇷🌵🇦🇷🌵🇦🇷🌵🇦🇷 LIBERTAD A MILAGRO SALAS!!!! 🇦🇷🌵🇦🇷🌵🇦🇷🌵🇦🇷🌵🇦🇷

  • @martinaquipildor6008
    @martinaquipildor6008 2 дні тому

    Que le paso esta chica

  • @paulochoa7411
    @paulochoa7411 2 дні тому

    El puesto de la reina estaba re arreglado los familiares pusieron una de plata

  • @isabelmartin5549
    @isabelmartin5549 4 дні тому

    Lo tienen merecido por votar a este gobierno nefasto!!!!

  • @marcossalgado4251
    @marcossalgado4251 5 днів тому

    QUE N3-GR4 .

  • @Soyjoaqo
    @Soyjoaqo 7 днів тому

    Y ustedes nos recibieron peor y a mí papá le pegaron un tiro en la pera/papada

  • @user-qg9mv4ik8z
    @user-qg9mv4ik8z 7 днів тому

    Ya dejen de joder a la mayoria del pueblo. Son insoportables

  • @mateocruzcanavire5159
    @mateocruzcanavire5159 7 днів тому

    Uh ya fue el auto del pekka🗣️🗣️🗣️🗣️🗣️💤🔥🔥

  • @FernandoGarcia-yf5mq
    @FernandoGarcia-yf5mq 8 днів тому

    Controlar las empresas de litio, no tendría que comparar lo declarado con las exportaciones realizadas?

  • @FernandoGarcia-yf5mq
    @FernandoGarcia-yf5mq 8 днів тому

    No es delito cortar una ruta ? Cortar calle, impedir transitar, destruir, no es delito? Además se contradice, cuando manifiesta que hay plata en la provincia y luego pide que se haga lo de Bolivia, cuando las empresas de litio están más que deterioradas.

  • @Chanirodrigo
    @Chanirodrigo 8 днів тому

    Que hace este hombre de fiscal No sabe hablar DESCONOCE EL ORDEN DE LO QUE ESTÁ SUPUESTAMENTE INVESTIGANDO. Y mucho menos sabe el nombre de quién está hablando Impresentable! Que bronca tener esta gente en la justicia Una vergüenza. JUSTICIA POR LURI

  • @raquelquiroga7248
    @raquelquiroga7248 8 днів тому

    Muy linda entrevista.

  • @cintialerman3196
    @cintialerman3196 9 днів тому

    Gracias por ayudarlo ❤

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 9 днів тому

    🎙💬🎙💬🎙💬🎶🎵🎶🎵🫀🧠🌟🌟🌟👏👏👏😀

  • @esequielpolo2080
    @esequielpolo2080 9 днів тому

    ❤gracias por compartir❤hermanos

  • @lellegan7908
    @lellegan7908 10 днів тому

    Genios inspirando mis proximos prohibidos ❤

  • @gladysbravo3322
    @gladysbravo3322 11 днів тому

    Fuera Mekorot!ua-cam.com/users/live2GSJjdOIB2Q?si=XbhFyHQW1m8i2sQ3

  • @RovertoTrigo
    @RovertoTrigo 11 днів тому

    Uuu ya fue el auto de peca

  • @gladysbravo3322
    @gladysbravo3322 11 днів тому

    ua-cam.com/users/liveigjaMh4qybg?si=TUPu4FONRCf4JNAx

  • @gladysbravo3322
    @gladysbravo3322 11 днів тому

    Hace 11años se refería Negrelli acerca Mekorot en arg y la denuncia a esta empresaua-cam.com/video/RRfGv-CR4JE/v-deo.htmlsi=FOtBcNM2tCxyt6XY

  • @gladysbravo3322
    @gladysbravo3322 11 днів тому

    Quién es mekorot y hace cuánto está en arg ? ua-cam.com/video/-k-ew7T28MY/v-deo.htmlsi=eus0KWAdyroiZveR

  • @pablocasimiro233
    @pablocasimiro233 12 днів тому

    eso es en jujuy? XD si no me respondes...    (\__/) (•ㅅ•) yo _ノ ヽ ノ\ __ / `/ ⌒Y⌒ Y ヽ ( (三ヽ人 / | | ノ⌒\  ̄ ̄ヽ ノ ヽ___>、___/ |( 王 ノ〈 (\__/) /ミ`ー―彡\ (•ㅅ•) vos

  • @fran-nu3xx
    @fran-nu3xx 12 днів тому

    Que es esto? Es el colmo que venga una empresa para hacer cualquier cosa sin consultar.. sospechoso.

  • @martinlobo4097
    @martinlobo4097 12 днів тому

    Ja ja, el tape, aunque no entiendo lo q dice me mata......

  • @Adrygo44
    @Adrygo44 13 днів тому

    Que. Bien hablas y cuan importante divulgar y volver a enseñar otra vida

  • @marialujanguzman8888
    @marialujanguzman8888 14 днів тому

    A cobrar el seguro " peca peca

  • @vivianajulian4618
    @vivianajulian4618 14 днів тому

    Filosofía y Teología del “CONSENSO” Este concepto está en la base del Contrato Social de Jean - Jacques Rousseau, base filosófica del capitalismo liberal inmanentista. El verdadero diálogo social se funda en el ser trascendente y en la doctrina de la participación ontológica fundamento de las demás participaciones. “El fundamento esencial de la dignidad humana está en su vocación a esta comunión con Dios. Desde que nace el hombre está invitado a un diálogo con Dios” Gaudium Et Spes Nº 19 Ed. Paulinas. “La Iglesia tiene el deber de indicar lo que, en un sistema filosófico, puede ser incompatible con su fe”. San Juan Pablo II Fides Et Ratio Nº 50 Ed. Paulinas. “En definitiva, se nota una difundida desconfianza hacia las afirmaciones globales y absolutas, sobre todo por parte de quienes consideran que la verdad es el resultado del consenso y no de la adecuación del intelecto a la realidad objetiva”. San Juan Pablo II Fides Et Ratio Nº 56 Ed. Paulinas. “Ciertamente que no puede admitirse como verdadera la teoría según la cual solo la voluntad humana de los hombres -individuos o grupos sociales- sería la fuente primaria y única de donde surgirían los derechos y deberes de los ciudadanos, y de donde recibirían su fuerza obligatoria las Constituciones y la autoridad misma de los poderes públicos”. San Juan XXIII Pacem In Terris Nº 78 Ed. Paulinas. “Del hecho de que la autoridad se deriva de Dios no se sigue que los hombres no tengan la libertad de elegir las personas investidas con la misión de ejercitarla, así como la de determinar las formas de gobierno y señalar las normas y límites en los que la autoridad se ha de ejercitar. Por ello, la doctrina que acabamos de exponer es plenamente conciliable con cualquier clase de régimen GENUINAMENTE DEMOCRATICO". San Juan XXIII Pacem In Terris Nº52 Ed. Paulinas. “La Iglesia no propone una filosofía propia ni canoniza una filosofía en particular con menoscabo de otras. El motivo profundo de esta cautela está en el hecho de que la filosofía, incluso cuando se relaciona con la teología, debe proceder según sus métodos y sus reglas; de otro modo, no habría garantías de que permanezca orientada hacia la verdad, tendiendo a ella con un procedimiento racionalmente controlable. De poca ayuda sería una filosofía que no procediese a la luz de la razón según sus propios principios y metodologías específicas. En el fondo, la raíz de la autonomía de la que goza la filosofía radica en el hecho de que la razón está, por naturaleza, orientada a la verdad y cuenta en sí misma con los medios necesarios para alcanzarla. Una filosofía consciente de este “estatuto constitutivo” suyo, respeta necesariamente también las exigencias y las evidencias propias de la verdad revelada”. San Juan Pablo II Fides Et Ratio Nº 49 Ed. Paulinas. “Consideraciones análogas se pueden hacer también por lo que se refiere a la teología moral. La recuperación de la filosofía es urgente asimismo para la comprensión de la fe, relativa a la actuación de los creyentes. Ante los retos contemporáneos en el campo social, económico, político y científico, la conciencia ética del hombre está desorientada. En la encíclica Veritatis splendor he puesto de relieve que muchos de los problemas que tiene el mundo actual derivan de una “crisis en torno a la verdad”. San Juan Pablo II Fides Et Ratio Nº 98 Ed. Paulinas. Villa Diamante, 21 de Octubre del 2021 Pbro. Jacinto R. Aranda

  • @okasmrmury
    @okasmrmury 15 днів тому

    Feliz dia del periodista!

  • @azucenacampos7101
    @azucenacampos7101 15 днів тому

    Es que este javier ya dijo de la venta de órganos argentinos, sera para pagar la luz , el gas, mientras el hace sus viajes perverso con plata de los jubilados y de desempleados y hambrientos. Ya que mintio también de tener título universitario, que vergüenza.

  • @fran-nu3xx
    @fran-nu3xx 15 днів тому

    Porque no controlan lo que suben ??

  • @raquelhoyos8598
    @raquelhoyos8598 16 днів тому

    Sería muy lamentable si sacan el begu,muchos niños y jóvenes no tendrían la posibilidad de seguir estudiando,mi hijo sería uno de ellos ya que va a la Facultad y el costo del pasaje desde palpalá es costoso,él viaja algunos días mañana y tarde.

  • @marcossantillanrodriguez4806
    @marcossantillanrodriguez4806 16 днів тому

    Buenas tardes como se puede contactar

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) h) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: La existencia y el dominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la formación y el incremento constante del capital, la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos. A su vez, la existencia del capital tiene por condición el trabajo asalariado. El trabajo asalariado presupone, inevitablemente, la competencia de los obreros entre sí. El progreso de la industria, que tiene por cauce automático y espontáneo a la burguesía, del que la burguesía es agente involuntario incapaz de oponérsele, impone, en vez del aislamiento de los obreros por la concurrencia o competencia, su unión revolucionaria por la asociación y organización. Y así, al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre las que produce y se apropia de lo producido. Y a la par que avanza, la burguesía misma se cava su propia fosa y cría a sus propios enterradores o sepultureros. Su muerte y el triunfo del proletariado son igualmente inevitables. (La competencia aísla a los individuos, no sólo a los burgueses, sino aún más a los proletarios, enfrentándolos los unos con los otros, a pesar de que los aglutine. De aquí que tenga que pasar largo tiempo antes de que estos individuos puedan agruparse, aparte de que para dicha agrupación -si ésta no ha de ser puramente local- tiene que empezar cuando la gran industria ofrezca los medios necesarios, razón por la cual sólo es posible vencer tras largas luchas a cualquier poder organizado que se enfrente a estos individuos aislados, que viven en condiciones que reproducen diariamente su aislamiento. La gran industria concentra a una masa de proletarios que no se conocen entre sí. La competencia divide sus intereses. La desunión de los proletarios nace y se perpetúa debido a la inevitable competencia entre ellos mismos. Pero la defensa de los intereses comunes a todos ellos frente a sus patronos los une. Por tanto, la coalición persigue siempre una doble finalidad: acabar con la competencia entre los proletarios para poder hacer una competencia general a los burgueses. Si bien esta organización de los proletarios como clase se ve minada o socavada a cada momento por la competencia desatada entre los propios proletarios, vuelve a surgir siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante. El progreso de la industria impone, en vez del aislamiento de los proletarios por la competencia, su unión revolucionaria por la asociación y la organización. El proletariado recorre diversas fases o etapas en su desarrollo antes de fortificarse y consolidarse.) Huelga decir que, la gran industria no alcanza el mismo nivel de desarrollo en todas y cada una de las localidades de un país. Sin embargo, esto no detiene el movimiento de clase del proletariado, ya que los proletarios engendrados por la gran industria se ponen a la cabeza de este movimiento y arrastran consigo a toda la masa, y puesto que los obreros eliminados por la gran industria se ven empujados por ésta a una situación de vida aún peor que la de los obreros de la gran industria misma. Y, del mismo modo, los países en que se ha desarrollado una gran industria influyen sobre los países más o menos no industriales, en la medida en que éstos se ven impulsados por el intercambio mundial a la lucha universal de competencia. Por tanto, los proletarios engendrados por la gran industria más desarrollada, de las ciudades más industriales de un país y de los países más industriales del mundo, deben ponerse a la cabeza del movimiento de clase del proletariado y arrastrar consigo a toda la masa proletaria. Llamamiento a la clase obrera revolucionaria, vinculada a la forma más adelantada de la economía, a la gran producción industrial capitalista, a que se ponga a la cabeza del movimiento de clase del proletariado, a que arrastre consigo a toda la masa proletaria, obrera y popular, explotada y oprimida, marginada y excluida, a que aglutine y agrupe en torno suyo a los diversos sectores o clases del proletariado, en la lucha por conquistar la auténtica democracia, por acabar con la expoliación y explotación capitalista, por transformar la sociedad, por colectivizar los objetos, medios e instrumentos de producción.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) g) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: Por una parte, cada secta es necesariamente fanática, y gracias a ese fanatismo sobre todo donde la secta es nueva consigue éxitos momentáneos mucho más importantes que el Partido Proletario que representa simplemente el movimiento de clases, histórico, real, sin extravagancias sectarias. Es lógico y está muy bien que toda dirección de Partido Proletario busque éxitos en su trabajo. Pero hay circunstancias en las que se debe tener el valor de renunciar a los éxitos inmediatos en aras de cosas más importantes. Sobre todo un Partido Proletario como el nuestro, no necesita, siempre y en todas las condiciones, obtener éxitos inmediatos. Por otra parte, el movimiento de sectas, el movimiento de fanáticos, es algo que no dura mucho. El desarrollo del sectarismo socialista y el desarrollo del movimiento obrero real se encuentran siempre en proporción inversa. Las sectas están justificadas (históricamente) mientras la clase obrera aún no ha madurado para un movimiento histórico independiente. Pero en cuanto ha alcanzado esa madurez, todas las sectas se hacen esencialmente reaccionarias. Una organización sectaria es hostil a la organización de un movimiento obrero efectivo. La solidaridad interna junto con la intriga, el embrollo, la difamación, la calumnia, la mentira, la infamia, la estupidez, etc., son rasgos característicos de todas las sectas. Por una parte, la Asociación Proletaria será fundada para remplazar las sectas por una organización real de la clase obrera con vistas a la lucha. Por otra parte, la Asociación Proletaria no habrá de poder afirmarse si el espíritu de secta no ha sido ya aplastado por la marcha de la historia. Por cierto, en la historia de la Asociación Proletaria se repetirá lo que la historia general nos muestra en todas partes. Lo caduco tendera a restablecerse y a mantener sus posiciones dentro de las formas recién alcanzadas. También, la historia de la Asociación Proletaria será una lucha continua del Consejo General contra las sectas y los experimentos de diletantes que tenderán a echar raíces en la Asociación Proletaria contra el verdadero movimiento de la clase obrera. Esta lucha se librara en los congresos y, mucho más aún, en las reuniones especiales del Consejo General con las distintas secciones. La Asociación Internacional de los Trabajadores será establecida para crear un centro, un órgano, de las sociedades obreras de los diferentes países y que aspiren a un mismo fin, a saber: la defensa, el progreso y la completa emancipación de la clase obrera. Todas las sociedades y todos los individuos que se adhieran a ella reconocerán la verdad, la justicia y la moral como bases de sus relaciones recíprocas y de su conducta hacia todos los hombres, sin distinción de sexo, de color, de raza, de nacionalidad, de idioma, de ideología, de creencia o de cultura. La acción conjunta internacional de las clases obreras no depende, en modo alguno, de la existencia de la "Asociación Internacional de los Trabajadores". Los deberes internacionales existen. La clase obrera de todos los países tiene el deber de: • lograr que los obreros de los distintos países, además de sentirse hermanos y camaradas, actúen como tales en la lucha por su emancipación formando en el ejército de la emancipación; • establecer sobre bases firmes entre los trabajadores de todos los países el principio vivificante: la solidaridad; • introducirse e iniciarse en la política internacional; • salir al escenario de la Historia Universal como fuerza independiente, consciente de su propia responsabilidad y capaz de imponer la paz allí donde sus pretendidos amos vocean acerca de la guerra; • organizar campañas de agitación contra las guerras inminentes o que han estallado ya; • luchar contra las clases dominantes y sus gobiernos de todos los países; • contraponer sus deberes internacionales a su propia burguesía, ya que fraterniza contra ella con la burguesía de todos los demás países, y a la política internacional de conspiración de su gobierno; • ayudar en caso de huelga y paralizar el envío de esquiroles; • vigilar la actividad diplomática de sus gobiernos respectivos; • combatir esta actividad diplomática por todos los medios de que disponga en caso necesario; • unirse para lanzar una protesta común en caso de no poder impedir esta actividad diplomática; • resistir y evitar la política exterior criminal de sus clases dominantes y sus gobiernos, como, por ejemplo, poner en juego prejuicios nacionales, dilapidar en guerras de piratería la sangre y las riquezas del pueblo, etc.; • reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia que deben presidir las relaciones entre los individuos, sin distinción de sexo, de color, de raza, de nacionalidad, de idioma, de ideología, de creencia o de cultura, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones. Si bien esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político, se ve minada o socavada a cada momento por la competencia desatada entre los propios proletarios, vuelve a surgir siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante. Y aprovechándose de las discordias que surgen en el seno de la burguesía, el proletariado impone la sanción legal de sus intereses propios. Así nació, en Inglaterra, en el siglo XIX, la ley de la jornada de 10 horas. En 1848, después de una lucha de treinta años, sostenida con una tenacidad admirable, la clase obrera inglesa, aprovechándose de una disidencia momentánea entre los señores de la tierra y los señores del dinero, consiguió arrancar la ley de la jornada de 10 horas. Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad imprimen nuevos impulsos al proletariado. La burguesía lucha incesantemente: primero, contra la aristocracia o nobleza; luego, contra aquellos sectores de la propia burguesía cuyos intereses entran en contradicción con los progresos de la industria; y siempre, contra la burguesía de todos los demás países. Para librar estos combates, la burguesía se ve forzada a apelar al proletariado, a reclamar su ayuda, arrastrándolo así a la lucha política. Y de este modo, le suministra elementos de fuerza de su propia educación política y general, es decir, armas contra sí misma. Además, los progresos de la industria traen a las filas proletarias a toda una serie de elementos de la clase dominante, o al menos, los colocan en las mismas condiciones de vida. Y estos elementos suministran al proletariado nuevos elementos de educación y nuevas fuerzas.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) f) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: El proletariado debe constituirse en Clase para sí, que tanto vale decir, en Partido político revolucionario de los proletarios o trabajadores y en Gobierno revolucionario de los proletarios o trabajadores. En su lucha contra el poder colectivo y unido de las clases poseedoras, dominantes, explotadoras y opresoras, el proletariado debe constituirse él mismo, junto a la democracia oficial, en Partido político revolucionario de los proletarios, propio, independiente, legal, secreto, unido, organizado, unánime, cohesionado, rígido, instruido, entrenado, armado, preparado, fuerte, distinto y opuesto a todos los antiguos partidos políticos creados por las clases poseedoras, dominantes, explotadoras y opresoras; si no quiere caer bajo la influencia de estas clases, verse envuelto en otros movimientos, formar sus coros, marchar a remolque y/o ser desposeído, dominado, explotado y oprimido; y si quiere hacer de cada Comunidad el centro, el núcleo o el órgano de Sociedades de la clase obrera en las que la actitud, el interés, el objetivo y el fin comunes del proletariado deberán ser discutidos y fijados independientemente de las influencias de las clases poseedoras, dominantes, explotadoras y opresoras. También, el proletariado debe constituirse él mismo, fuera del Gobierno oficial democrático burgués, en Gobierno revolucionario de los proletarios, de autoridades tras de las cuales se halle la masa entera de la clase trabajadora, en forma de Consejos ejecutivos locales o comunales, Clubs obreros o Comités de trabajadores que serán centralizados, de tal manera que el Gobierno oficial pierda apoyo entre los proletarios y se encuentre bajo la vigilancia, la competencia, la oposición y la amenaza de estas autoridades trabajadoras. La autoridad central reunirá un Congreso y hará las necesarias proposiciones para la centralización de estos Consejos, Clubs y Comités bajo un Comité Ejecutivo que residirá en el centro del movimiento. La rápida organización, o por lo menos el establecimiento de un organismo provincial de los Consejos, Clubs y Comités es muy importante para vigorizar y desarrollar el Partido político revolucionario de los proletarios. Los proletarios industriales y agrícolas y los pequeños burgueses explotados de la ciudad y del campo deben efectuar su organización como clase por medio de Coaliciones, Asociaciones, Uniones, Sindicatos, Huelgas, Mítines, Asambleas, Plenarios, Autoconvocatorias, Comités, Consejos, Clubs, Agrupaciones, Agrupamientos, Congresos, Soviets, etc. (Partido político revolucionario de los proletarios y Gobierno revolucionario de los proletarios) La actividad práctico-crítica revolucionaria de las masas proletarias; la acción política general de la clase proletaria; la dominación política del proletariado; la conquista de la democracia y del Poder por el proletariado; el éxito del movimiento proletario revolucionario; el triunfo de la revolución social proletaria; la emancipación política, económica y social del proletariado en todas y cada una de las naciones; y la emancipación humana general y universal; no pueden ser asegurados más que por la fuerza resultante de la fraternidad, la hermandad, la camaradería, la solidaridad, la colaboración, la cooperación, el sostenimiento, el contacto, la comunicación, la unión, la agrupación, la asociación, la coalición, la mancomunidad, la centralización, la organización, la cohesión, la unanimidad, la uniformidad, la coordinación, la simultaneidad, etc., de los proletarios de las diferentes ramas del trabajo y de las diversas regiones y localidades en cada nación y de los proletarios de todas las naciones en su lucha común. ¡Proletarios de todos los países, unidos! ¡Por la soberanía del proletariado en todos los países! La falta de esta fuerza de los proletarios es castigada con los fracasos y las derrotas comunes de sus luchas, trabajos o esfuerzos aislados, diseminados, dispersos o separados. ¿Qué relación guardan los socialistas revolucionarios o comunistas con los proletarios en general? Los socialistas revolucionarios o comunistas no conforman un Partido Político Proletario opuesto a los demás partidos políticos proletarios. No hay intereses propios que los distinga y distancie de los intereses generales del conjunto del proletariado. Los socialistas sectarios fanáticos reaccionarios conforman un partido político opuesto a los demás partidos políticos proletarios y tienen intereses propios que los distingue y distancia de los intereses generales del conjunto del proletariado. Los socialistas sectarios fanáticos reaccionarios que se encuentran en las filas de otros partidos obreros y asociaciones obreras se aprovechan abusivamente de su condición de miembros. Gente de lo más despreciable se han adherido a ellos, y los obreros más adelantados se apartan llenos de repulsión. Los sectarios realizan en nombre de la clase obrera, intrigas, embrollos, infamias, difamaciones, calumnias, mentiras, estupideces, etc., y llegan en su desfachatez a suponer que se les va a tolerar estas necedades y vilezas. Pero los socialistas revolucionarios o comunistas no lo toleraremos. Procuraremos no aplazar la catástrofe y lograr que el Partido Proletario y la Asociación Proletaria salgan de ella limpios e incorruptos y nos desembarazaremos honrosamente de estos elementos podridos. Los sectarios predicarán la fraternidad y la reconciliación universales y nos acusarán a nosotros de ser unos intratables y unos dictadores. Mucho se ha hecho para complacer a los socialistas sectarios fanáticos reaccionarios y éstos han cedido muy poco. Se ha tendido con tanta frecuencia la mano a los sectarios para la conciliación, o cuando menos para llegar a algún acuerdo, y éstos la han rechazado siempre de un modo tan persistente y desdeñoso que si luego ellos vienen a nosotros por sí solos y nos ofrecen la conciliación, es porque les obligarán las circunstancias y deberán encontrarse en una situación muy apurada. Dado el carácter, sobradamente conocido, de esta gente, el deber de nosotros será el de aprovechar este apuro para arrancarles toda clase de garantías, hacerles saber que no se admite ningún chalaneo con los principios, y no permitirles que afianzasen de nuevo su posición insegura ante la opinión obrera a costa de nuestro Partido Proletario. Habrá que acogerlos con extraordinaria frialdad y desconfianza, y hacer depender la unificación del grado en que estén dispuestos a dejar de ser sectarios, y a renunciar a sus consignas sectarias y a su panacea universal de la ayuda del Estado, o por lo menos esta última a reconocerla como una de tantas medidas auxiliares y no principales, transitorias y no eternas, como pretenden. Una buena táctica de propaganda no debe proponerse arrebatar aquí y allí al partido obrero o a la asociación obrera que se encuentran con nuestro Partido Proletario o nuestra Asociación Proletaria en la situación de competidor o adversario y que constituye una parte de la clase obrera algunos militantes aislados o algunos grupos de militantes, sino influenciar a las grandes masas que todavía no se han incorporado al movimiento proletario. Un solo individuo arrancado por nosotros a la masa virgen vale más que algunos sectarios tránsfugas, que siempre traen al Partido o a la Asociación gérmenes de sus concepciones erróneas. Si lográsemos conquistar únicamente a las masas, sin estos dirigentes sectarios tránsfugas, la cosa no estaría mal. Por desgracia, siempre tenemos que aceptar además a un montón de líderes de esta clase, prisioneros de sus antiguos principios, y que ahora quieren demostrar por encima de todo que no han abjurado de sus principios. No cabe duda de que todos esos elementos causaron daño o quitaron fuerza al Partido o a la Asociación; y no estamos muy seguros de que sin su incorporación el Partido o la Asociación tendrían hoy menos fuerza de la que tiene. En todo caso, creemos que sería una desdicha el que esos elementos recibieran refuerzos. ¿Qué tienen que hacer los socialistas sectarios fanáticos reaccionarios en las filas del Partido Proletario o de la Asociación Proletaria? Éstos no pueden desear el ingreso en el Partido o en la Asociación, y si a pesar de ello desean ingresar en ellos, sólo puede ser para hacer daño. Si ingresaran y ocuparan en ellos puestos oficiales, deberían abandonar el Partido o la Asociación, o por lo menos, renunciar a los cargos que en ellos ocupan. Si no lo hicieran, confesarían con ello sus intenciones de aprovechar su posición oficial para luchar contra el carácter proletario del Partido o de la Asociación, y al dejarlos en sus puestos oficiales, el Partido o la Asociación se harían traición a sí mismo. O si permitiéramos que ejerzan alguna influencia sobre la dirección del Partido o de la Asociación, cayendo éstos en mayor o menor grado en sus manos, significaría que el Partido o la Asociación están castrados y que ya no les queda vigor proletario.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) e) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: La dominación política del proletariado y la conquista del Poder político, es decir, de las fuerzas organizadas de la sociedad, por el proletariado, son los medios para lograr la abolición de la lucha de clases y de las clases. La emancipación política del proletariado es el medio para la emancipación humana general y universal. La organización de huelgas, mítines, coaliciones, asociaciones y sindicatos se desenvuelve simultáneamente con las luchas políticas de los obreros, que constituyen hoy partidos políticos obreros. Estas huelgas, mítines, coaliciones, asociaciones, sindicatos, partidos políticos, etc., son formas en las que los proletarios efectúan su organización como clase. Por tanto, los proletarios deben efectuar su organización como clase en formas de huelgas, mítines, coaliciones, asociaciones, uniones, sindicatos, partidos políticos, etc. La emancipación de la clase proletaria debe ser obra de los proletarios mismos, de las masas proletarias mismas. Los proletarios deben adoptar la posición de una organización política independiente, que tanto vale decir, en partido político independiente, y no ser apartados de su línea de independencia proletaria. Los proletarios necesitarán conciencia de clase, de sus intereses de clase, de sus objetivos medios y de su fin supremo: la abolición de la lucha de clases y de todas las clases. La emancipación económica y social de los proletarios está inseparablemente unida a su emancipación política, y es el gran fin, al que todo movimiento político debe ser subordinado como medio. En su lucha, su movimiento económico y su acción política están indisolublemente unidos. La coalición y combinación de fuerzas conseguida o lograda ya por la clase obrera como resultado de la lucha económica debe servir, al mismo tiempo, como palanca en su lucha contra el poder político de las clases dominantes. De los movimientos económicos separados de los obreros nace en todas partes un movimiento político, es decir, un movimiento de la clase, cuyo objeto es que se dé satisfacción a sus intereses en forma general, es decir, en forma que sea compulsoria para toda la sociedad. Todo movimiento en el que la clase obrera actúa como clase contra las clases dominantes y trata de forzarlas u obligarlas «presionando desde fuera» a que se dé satisfacción a sus intereses en forma general, es decir, en forma que sea compulsoria para toda la sociedad, es un movimiento político. Por ejemplo, la tentativa de obligar mediante huelgas a capitalistas aislados a reducir la jornada de trabajo en determinada fábrica o rama de la industria es un movimiento puramente económico; por el contrario, el movimiento con vistas a obligar a que se decrete la ley general de la jornada de trabajo de 8 horas, etc., es un movimiento político. El movimiento político de la clase obrera tiene como último objetivo la conquista del poder político para la clase obrera, y a este fin es necesario que la organización previa de la clase obrera, nacida en su propia lucha económica, haya alcanzado cierto grado de desarrollo. Pero, por otra parte, si bien es cierto que los movimientos políticos de la clase obrera presuponen cierto grado de desarrollo alcanzado de su organización previa, nacida en su propia lucha económica, no es menos cierto que representan un medio para desarrollar esta organización. Por tanto, los obreros deben actuar como clase contra las clases dominantes y tratar de forzarlas u obligarlas, presionando desde fuera, a que se dé satisfacción a sus intereses en forma general, en forma que sea compulsoria para toda la sociedad; a que, por ejemplo, se decrete la ley general de la jornada de trabajo de 8 horas. Este movimiento de la clase obrera, es decir, este movimiento político de los obreros, nace en todas partes de sus movimientos económicos separados, a su vez representa un medio para desarrollar la organización previa nacida en su propia lucha económica, y tiene como último objetivo la conquista del poder político para los obreros. En el siglo XIX, la limitación de la jornada de trabajo nunca se había reglamentado sino por injerencia legislativa. Sin la constante presión de los obreros desde fuera, la ley jamás habría intervenido. En todo caso, este resultado no podía alcanzarse mediante convenios privados entre los obreros y los capitalistas. Esta necesidad de una acción política general es precisamente la que demuestra que, en el terreno puramente económico de lucha, el capital es la parte más fuerte. Transformar la razón social en fuerza social a través de leyes generales aplicadas por el poder del Estado. Con la aplicación de semejantes leyes, la clase obrera no fortalece en modo alguno el poder del Gobierno. Al contrario, convierte en arma propia el poder que se utiliza ahora contra ella, consigue mediante un acto legislativo general lo que estaría procurando en vano a través de multitud de esfuerzos individuales dispersos. La existencia de la conciencia de pertenecer a la clase proletaria y del sentimiento solidario de participación de los intereses comunes de la misma a todos los niveles, es lo que permite que sus miembros se conviertan en agente socializador colectivo y se organicen para la defensa de sus intereses de clase y para la lucha política en favor de unos objetivos más o menos amplios y de largo alcance y un fin supremo emancipador. Por tanto, los proletarios de todos los países deben sentirse hermanos y camaradas, lograr actuar como tales en la lucha por su emancipación formando en el ejército de la emancipación, y establecer sobre bases firmes entre los trabajadores el principio vivificante: la solidaridad. La inclusión de los individuos en determinadas clases no podrá superarse hasta que se forme una clase que no tenga ya por qué oponer ningún interés especial de clase a la clase dominante y que, por tanto, tenga que oponer sus necesidades e intereses materiales generales a la clase dominante. Tan pronto la dominación de clases en general deja de ser la forma de organización de la sociedad, ya no es necesario presentar un interés particular como general. Los obreros o proletarios arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio o efímero siempre. El objetivo verdadero de estas luchas no es conseguir un objetivo inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera o proletaria revolucionaria. Contribuye a ello el surgimiento de las grandes ciudades industriales y el desarrollo de los medios de comunicación y de los medios de transportes, creados y ofrecidos por la misma gran industria y que sirven para poner en contacto y agrupar a los obreros o proletarios de las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las múltiples luchas y acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se centralizan en una lucha nacional, en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una lucha política. Los habitantes de las ciudades de la Edad Media, con sus caminos vecinales, necesitaron siglos enteros para unirse; el proletariado moderno, gracias a los ferrocarriles, ha creado su unión en unos cuantos años. Por tanto, los obreros o proletarios deben conseguir, además de los objetivos inmediatos, cuyas conquistas son transitorias o efímeras siempre, el objetivo verdadero de extender y consolidar la unión obrera o proletaria revolucionaria por la asociación y organización, centralizando las múltiples luchas y acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, en una lucha y acción política conjunta, general, nacional, de clase. Contribuye a la unión obrera o proletaria revolucionaria, el surgimiento de las grandes ciudades industriales y el desarrollo de los medios de comunicación y de transporte fáciles, baratos y rápidos, creados y ofrecidos por la misma gran industria y que sirven para poner en contacto y agrupar a los obreros o proletarios de las diversas regiones y localidades. La clase obrera o proletaria es la protagonista del proceso revolucionario, y deberá asociarse y organizarse para dirigir este proceso y agrupar los diversos sectores de las clases explotadas y oprimidas. Por tanto, los obreros o proletarios estarán obligados, con la finalidad concreta de agrupar y unir a todo el proletariado militante, de llevar a un mismo cauce los movimientos espontáneos de la clase obrera o proletaria, todavía aislados, dispersos, diseminados o separados, a sustentar un programa bastante amplio de manera que pudiese satisfacer y ser aceptado por todas las asociaciones obreras o proletarias. Luego, habrá que confiar enteramente en el desarrollo intelectual del proletariado que debe resultar inevitablemente de la acción conjunta, común, combinada y de la discusión mutua. Los propios acontecimientos, sucesos y vicisitudes de la lucha, y aún las derrotas más que las victorias, no pueden menos de revelar a los proletarios militantes, en toda su desnudez, la insuficiencia de todas las panaceas y todos los remedios milagreros, e infundir a sus cabezas una mayor claridad de visión para una mejor comprensión de las verdaderas condiciones de la emancipación.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) d) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: Los socialistas revolucionarios o comunistas deben: • trabajar, en todas partes, por llegar a la inteligencia y el acuerdo de los partidos democráticos de todos los países. • reivindicar y demandar derechos y garantías para todos los proletarios o trabajadores, sin distinción de sexo, color, raza, nacionalidad, idioma, ideología, creencia o cultura. • atacar los problemas y las cuestiones en la raíz, es decir, en el hombre. El hombre es lo más alto y supremo para el hombre, el hombre es la forma de ser suprema del hombre; en consecuencia, subvenir, auxiliar o socorrer a todas las relaciones en las cuales el hombre es un ser dependiente, dominado, explotado, oprimido, sometido, sojuzgado, humillado, envilecido, despreciado, abandonado, marginado, excluido, etc. Toda la servidumbre humana está encerrada en la relación de trabajador con la producción, y todas las relaciones serviles son sólo modificaciones y consecuencias de esta relación. No se puede romper o abatir ningún tipo de servidumbre sin romper o abatir todo tipo de servidumbre en general. El despojo, la privación o la carencia de medios de producción, de trabajo, de subsistencia o de vida, con su dependencia, dominación, explotación, opresión, sometimiento o sojuzgamiento económico del trabajador a los grandes señores de la tierra y del capital, a los monopolizadores de los objetos y medios de trabajo y de producción, es decir, de las fuentes de vida, es la base de la servidumbre en todas sus formas, de toda miseria social, dependencia política y degradación intelectual. Por lo tanto, la emancipación de los proletarios o trabajadores es condición de la emancipación humana general y universal. Los derechos humanos protegen a todos los seres humanos de arbitrariedades, abusos, atropellos, agresiones, provocaciones, menosprecios, etc., provenientes de los poderes del Estado. Todos los seres humanos poseen los siguientes derechos, sin distinción de sexo, color, raza, nacionalidad, idioma, ideología, creencia o cultura: • Derecho a la vida y a la dignidad. • Derecho a la satisfacción de las necesidades básicas (trabajo, vivienda, alimento, vestimenta, salud, educación, descanso, disfrute, etc.) como condiciones de existencia y de vida normales de desarrollo humano. • Derecho a la resistencia a la explotación y a la opresión. • Derecho a la presunción de inocencia. • Derecho a una nacionalidad y a cambiar de nacionalidad. Nadie será privado arbitrariamente de su nacionalidad ni del cambio de ella. • Derecho a la circulación libre, a la elección de su residencia en el territorio de un Estado, a la salida de cualquier país, incluso del propio, y al regreso al país propio. • Derecho a buscar asilo en caso de persecución y a disfrutar de él, en cualquier país. • Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. • Nadie podrá ser arbitrariamente detenido, preso ni desterrado. • Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. • Derecho de pensamiento, de creencia, de ideología y de conciencia; este derecho incluye el de cambiar y el de manifestar individual y colectivamente, tanto en público como en privado. • Derecho de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado, el de investigar, recibir y difundir información sin limitación de fronteras y por cualquier medio. • Derecho de protección de los intereses morales y materiales que le correspondan por razón de las producciones científicas, literarias o artísticas de que sea autor. • Derecho de imprenta y de prensa. • Derecho de reunión y de asociación. • Derecho a la actividad social, a la actividad cultural y a la actividad política. • Derecho a la organización para la defensa de sus intereses, en Coaliciones, Asociaciones, Uniones, Sindicatos, Huelgas, Mítines, Autoconvocatorias, Asambleas, Plenarios, Comités, Consejos, Clubs, Agrupaciones, Agrupamientos, Congresos, Soviets, Partidos Políticos, Gobiernos, etc. El Estado debe, para justificar su existencia, garantizar la satisfacción de las necesidades básicas (trabajo, vivienda, alimento, vestimenta, salud, educación, descanso, disfrute, etc.), como condiciones de vida normales de desarrollo humano, y velar por el cumplimiento y la preservación de los derechos humanos. La primera condición de toda libertad es que todos los funcionarios sean responsables en cuanto a sus actos de servicio respecto a todo ciudadano, ante los tribunales ordinarios y según las leyes generales. Si la clase obrera en sus conflictos diarios cediese cobardemente, se descalificaría sin duda para emprender movimientos de mayor envergadura. Al mismo tiempo, la clase obrera no debe exagerar a sus propios ojos el resultado final de estas luchas diarias. No debe olvidar que lucha contra los efectos, pero no contra las causas de estos efectos; que lo que hace es contener el movimiento descendente, pero no cambiar su dirección; que aplica paliativos, pero no cura la enfermedad. La fuerza social de los obreros está en su número. Pero la fuerza numérica se reduce a la nada por la desunión. La desunión de los obreros nace y se perpetúa debido a la inevitable competencia entre ellos mismos. Originariamente, las coaliciones, asociaciones y sindicatos nacieron de los intentos espontáneos que hacían los obreros para suprimir o, al menos, debilitar esta competencia, a fin de conseguir unos términos del contrato que les liberasen de la situación de simples esclavos. Por eso, el objetivo inmediato de las coaliciones, asociaciones y sindicatos se limitaba a las necesidades cotidianas, a cuestiones de salarios y de duración del tiempo de trabajo. Semejante actividad de las coaliciones, asociaciones y sindicatos, además de legítima, es necesaria e indispensable mientras exista el actual modo de producción. Es más, esta actividad debe extenderse ampliamente mediante la formación y la unidad de las coaliciones, asociaciones y sindicatos en todos los países. Por otra parte, las coaliciones, asociaciones y sindicatos se fueron convirtiendo en centros de organización de la clase obrera. Las coaliciones, asociaciones y sindicatos trabajan como centros de resistencia. En algunos casos, fracasan por usar poco inteligentemente su fuerza. En algunos otros casos, fracasan por no usar su fuerza. Pero, en general, fracasan por limitarse a una guerra de guerrillas contra los efectos del sistema existente, en vez de esforzarse, al mismo tiempo, por cambiarlo, en vez de emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera. Si las coaliciones, asociaciones y sindicatos son necesarios para la lucha de guerrillas entre el capital y el trabajo, son todavía más importantes como fuerzas organizadas para suprimir la lucha de clases y las clases mismas y establecer la sociedad sin clases. Por tanto, la clase obrera no debe entregarse por entero o limitarse a la inevitable, necesaria, indispensable y legítima lucha guerrillera contra los efectos o consecuencias del sistema existente, continuamente provocada por las ofensivas, las usurpaciones y los abusos incesantes del capital o por las fluctuaciones del mercado. Debe comprender que el sistema actual, aun con todas las miserias que vuelca sobre ella, engendra simultáneamente las condiciones materiales y las formas sociales necesarias para la reconstrucción económica de la sociedad. Por tanto, las coaliciones, asociaciones y sindicatos no deben ocuparse con demasiada frecuencia en luchas locales, inmediatas y diarias, limitadas a cuestiones de salarios y de duración del tiempo de trabajo. Deben adquirir plena conciencia de su fuerza como centros de organización de la clase obrera en la lucha por la emancipación de la clase obrera. Deben adquirir conciencia de su gran misión histórica de abolir la lucha de clases y las clases mismas; abolir las diferencias, los privilegios y los monopolios de clase; establecer la sociedad sin clases; establecer derechos y deberes iguales; emancipar a todas las clases. Deben esforzarse por cambiar el sistema existente y emplear sus fuerzas organizadas como palanca para la emancipación final de la clase obrera. No deben estar al margen del movimiento general social y político. Aparte de sus propósitos originales, deben aprender a actuar deliberadamente como centros organizadores de la clase obrera ante el magno objetivo de su completa emancipación. Deben apoyar a todo movimiento social y político en esta dirección. Deben llevar a sus filas a los obreros no asociados. Deben preocuparse por los obreros de las ramas más miserablemente retribuidas. Y deben mostrar a todo el mundo que no luchan por intereses estrechos y egoístas, que su objetivo es la emancipación de los millones de oprimidos. La clase obrera deberá inscribir ya en su bandera, en vez del lema conservador de “¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa!”, estas consignas revolucionarias: “¡Abolición de la lucha de clases y las clases mismas! ¡Abolición de las diferencias, los privilegios y los monopolios de clase! ¡Establecimiento de la sociedad sin clases! ¡Establecimiento de derechos y deberes iguales!” Por tanto, los socialistas revolucionarios o comunistas deben luchar no sólo contra los efectos o consecuencias del sistema actual, sino más aún contra las causas del mismo.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) c) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: La gran industria concentra en un mismo sitio a una masa de personas que no se conocen entre sí. La competencia divide sus intereses. Pero la defensa del salario, este interés común a todos ellos frente a su patrono, los une en una idea común de resistencia: la coalición. Por tanto, la coalición persigue siempre una doble finalidad: acabar con la competencia entre los obreros para poder hacer una competencia general a los capitalistas. Pero, si el primer fin de la resistencia se reducía a la defensa del salario, después, a medida que los capitalistas se asocian a su vez movidos por la idea de la represión, las coaliciones, en un principio aisladas, forman grupos, y la defensa por los obreros de sus asociaciones frente al capital, siempre unido, acaba siendo para ellos más necesario que la defensa del salario. Hasta tal punto esto es cierto, que los economistas no salen de su asombro al ver que los obreros sacrifican una buena parte del salario en favor de asociaciones que, a juicio de estos economistas, se han fundado exclusivamente para luchar en pro del salario. En esta lucha se van uniendo y desarrollando todos los elementos para la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición toma carácter político. La legislación que prohíbe las huelgas, las coaliciones o las asociaciones de los trabajadores ha sido ideada contra la organización proletaria, el movimiento proletario y la emancipación proletaria, pero también para reducir el salario nominal por medio de descuentos o multas, ganando dinero y sacando beneficio hasta de las luchas legítimas, necesarias e indispensables de los trabajadores, que no dependen de éstos mismos. La opresión social y política, con sus diferencias y privilegios sociales y políticos, la opresión de los gobiernos existentes, etc., obligan a los trabajadores a ocuparse de la política, les guste o no, ya sea por objetivos políticos o sociales. La completa o absoluta abstención en política es imposible. Los economistas, los sociólogos, los historiadores, los filósofos, los teólogos, los artistas, los periodistas, los políticos, etc., abstencionistas, participan en política todos los días. El quid de la cuestión consiste en qué política hacen y en cómo la hacen. Los asuntos públicos de los países son a la vez asuntos propios de las masas trabajadoras. Los trabajadores son políticos activos por naturaleza, y quien les proponga abandonar la política se verá, tarde o temprano, abandonado por ellos. Sobre todo después de la Comuna de París, que ha colocado la acción política proletaria a la orden del día, la abstención está totalmente fuera de discusión. Los grandes señores de la tierra y del capital se valdrán siempre de sus diferencias y privilegios sociales y políticos para defender y perpetuar sus monopolios económicos y para sojuzgar al trabajo. Muy lejos de contribuir a la emancipación del trabajo, continuarán oponiéndole todos los obstáculos posibles. Por lo tanto, la conquista del Poder político ha venido a ser el gran deber de la clase obrera. Por tanto, los proletarios deben luchar contra la subordinación de sus propias coaliciones, asociaciones, organizaciones o sindicatos y del movimiento de masas al Estado, a las clases dominantes y sus gobiernos, y a las camarillas burocráticas sindicales. Una República Democrática reconoce la soberanía del pueblo. Sólo caben en una República Democrática, las reivindicaciones políticas y las medidas que tienen por base el reconocimiento de la soberanía del pueblo. La Democracia sería absolutamente inútil para el proletariado si no la utilizara inmediatamente como medio para llevar a cabo amplias medidas que asegurasen la existencia del proletariado. Las medidas dimanan necesariamente de las condiciones actuales. Por supuesto, todas las medidas no podrán ser llevadas a la práctica de golpe. Pero cada una entraña necesariamente la siguiente. Hay que tomar a la sociedad existente (y lo mismo podemos decir de cualquier sociedad en el futuro) como base del Estado existente (o del futuro, para una sociedad futura) en vez de considerar al Estado como un ser independiente. La “sociedad actual” es la sociedad capitalista, que existe en todos los países civilizados, más o menos libre de aditamentos medievales, más o menos modificada por el específico desarrollo histórico de cada país, más o menos desarrollada. Por el contrario, el “Estado actual” varía con las fronteras nacionales. “En el imperio prusiano-alemán es otro que en Suiza, otro que en Inglaterra, otro que en los Estados Unidos. Por ejemplo, en el imperio prusiano-alemán, el Estado no es más que un despotismo militar de armazón burocrático y blindaje policíaco, guarnecido de formas parlamentarias, revuelto con ingredientes feudales e influenciado ya por la burguesía.” (Marx, 1875). Por tanto, “el Estado actual” es una ficción. Sin embargo, los distintos Estados de los distintos países civilizados, pese a la abigarrada diversidad de sus formas, tienen de común el que todos ellos se asientan sobre las bases de la moderna sociedad burguesa, aunque ésta se halle en unos sitios más desarrollada que en otros, en el sentido capitalista. En este sentido puede hablarse del “Estado actual”, por oposición al futuro, en el que su actual raíz, la sociedad burguesa, se habrá extinguido. ¿Monarquía u Oligarquía Constitucional ó República Democrática Representativa Constitucional (sufragio universal; legalización de partidos políticos, sindicatos, etc.; etc.)? ¿Régimen Jerárquico (Militarista, Teocrático, Antipolítico, Antidemocrático, Anticomunista, Fascista, Represivo o Terrorista) ó Régimen Republicano Democrático Representativo Constitucional (sufragio universal; legalización de partidos políticos, sindicatos, etc.; etc.)? ¿Democracia moderada, elitista, restringida, censitaria, exclusivista, limitada, proscriptiva, fraudulenta, sofistica o demagógica ó Democracia deliberativa, participativa, ampliada, inclusivista, ilimitada o pura? La Revolución Proletaria establecerá un régimen democrático y, por tanto, directa o indirectamente, la dominación política del proletariado. Directamente en donde los proletarios (industriales y agrícolas) constituyen ya la mayoría del pueblo. Indirectamente en donde la mayoría del pueblo no consta únicamente de proletarios, sino, además, de pequeños campesinos y pequeños burgueses de la ciudad, que no pertenecen al proletariado, pero por sus situaciones si pertenecen y no creen formar parte de él, y que, en lo tocante a la satisfacción de sus intereses políticos, dependen cada vez más del proletariado, por cuya razón han de adherirse pronto a las reivindicaciones de éste. Contra la Nación y la nacionalidad, y bajo el pretexto de “libertad”, “autonomía”, “individualismo”, “anarcocapitalismo”, “antiestatismo”, “antigubernamentalismo”, “antisocialismo”, “anticomunismo”, o “antiautoritarismo”, se pretende dividir todo en pequeñas “autonomías” que forman después una “alianza”, pero no un Estado. Y mientras se produce esta “individualización” de la humanidad, la Historia deberá detenerse en todos los demás países y el mundo entero habrá de esperar a que los argentinos maduren para la revolución social. Entonces, harán ante nuestra vista este experimento y todo el mundo restante, vencido por la fuerza de su ejemplo, hará lo mismo. En el momento en que estalle una Revolución Democrática, poner en lugar de la República Democrática Federativa a la República Democrática Una, unificada e indivisible, y su centralización niveladora y civilizadora; radicar un centro nivelador y civilizador, un Poder Legislativo Central y un Poder Ejecutivo Central; centralizar la Nación, la Ley y el Gobierno. Los proletarios no deben: • permitir que Nación desuna, divida o separe la República Democrática. • permitir que Nación aísle a provincias y/o ciudades. • permitir que Nación reasigne sus propias funciones, como por ejemplo salud, educación, entre otras, a jurisdicciones provinciales y regionales, que pase sus propias funciones a manos de las provincias, que deberán responsabilizarse de estos ámbitos, tanto en lo que hace a la planificación de las actividades, mantenimiento de la infraestructura, como al pago de salarios. • tolerar que tengan que luchar y/o morir, una y otra vez, por cada avance, en cada ciudad y en cada provincia, separada y aisladamente. • permitir que provincias y/o ciudades “autónomas”, “libres” o “independientes” opongan obstáculos y trabas a la actividad práctico-crítica revolucionaria de las masas proletarias que necesita emanar del centro. La necesidad elemental de un uso económico y común, que en Occidente hizo que los empresarios privados se agrupasen en asociaciones voluntarias, impuso en donde el nivel de la civilización era demasiado bajo, y los territorios demasiado vastos para impedir que surgiesen asociaciones, la intervención del Poder Centralizador del Gobierno. De aquí que los Gobiernos Centrales desempeñen esa función económica: obras públicas, servicios públicos, etc. En Argentina se encuentran elementos que desean, reivindican y demandan la centralización, porque aspiran al crecimiento de intereses comunes derivados de la división nacional del trabajo y de la multiplicidad de los intercambios internos, única base sobre la que se puede crear un sistema uniforme de administración y de aplicación de leyes generales.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) b) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: El propio desarrollo de la moderna industria contribuye por fuerza a inclinar la balanza cada vez más en favor del capitalista y en contra del obrero, y, como consecuencia de esto, la tendencia general de la producción capitalista no es a elevar el nivel medio de los salarios, sino, por el contrario, a hacerlo bajar, o sea, a empujar más o menos el valor del trabajo a su límite mínimo. Las luchas de la clase obrera por el nivel de los salarios son episodios inseparables de todo el sistema del trabajo asalariado, sus esfuerzos por elevar los salarios no son más que esfuerzos dirigidos a mantener en pie el valor dado del trabajo, y la necesidad de forcejear con el capitalista acerca de su precio va unida a la situación del obrero, que le obliga a venderse a sí mismo como una mercancía. Siendo tal la tendencia de las cosas en este sistema, la clase obrera no debe renunciar a defenderse contra las usurpaciones del capital y cejar en sus esfuerzos para aprovechar todas las posibilidades que se le ofrezcan para mejorar temporalmente su situación. Si lo hiciese, se vería degradada en una masa uniforme de hombres desgraciados y quebrantados, sin salvación posible. Por tanto, los proletarios no deben limitarse a coaliciones y asociaciones parciales, sin otro fin que una huelga pasajera y que desaparecen al cesar ésta, deben formar coaliciones y asociaciones permanentes, sindicatos que les sirvan de baluarte en sus luchas contra las clases dominantes. Deben crear asociaciones y organizaciones permanentes, para pertrecharse de medios necesarios, en previsión de posibles luchas. De vez en cuando, aquí y allá, la lucha estallará en revueltas y sublevaciones. Las coaliciones, asociaciones y sindicatos locales se deben agrupar en coaliciones, asociaciones y sindicatos nacionales. En la organización de la clase obrera como tal clase, por medio de los sindicatos, el proletariado ventila sus luchas diarias con el capital, se instruye, educa y disciplina a sí mismo. Por tanto, los proletarios deben autoconvocarse ante la inacción o inactividad o la actitud de espera o de irresolución de sus propias coaliciones, asociaciones, organizaciones o sindicatos en la defensa de sus salarios, sus intereses, sus condiciones de trabajo y de vida, y sus propias coaliciones, asociaciones, organizaciones o sindicatos. La salud pública de un país significa, la salud de sus masas, y es casi imposible que las masas estén sanas si no disfrutan, hasta lo más bajo de la escala social, por lo menos, de un bienestar mínimo. En los sitios donde la producción capitalista ha tomado por completo carta de naturaleza en nuestro país, por ejemplo, en las fábricas propiamente dichas, la situación de los trabajadores es mucho peor si falta el contrapeso de la legislación fabril. En otras esferas restantes, pesa sobre nosotros, no sólo el desarrollo de la producción capitalista, sino su insuficiente desarrollo. Además de las miserias modernas, nos oprime una serie de miserias heredadas, procedentes del hecho de seguir vegetando entre nosotros formas de producción antiguas y ya caducas que acarrean un conjunto de relaciones sociales y políticas anacrónicas. No sufrimos sólo a causa de los vivos, sino a causa de los muertos. ¡El muerto se agarra al vivo! (o ¡Los muertos se apoderan de los vivos!) Nuestra estadística social es pobre. Sin embargo, levanta el velo para dejar entrever la cabeza de Medusa. Nos horrorizaríamos de ver nuestra propia situación si nuestros gobiernos y parlamentos designasen periódicamente comisiones de investigación de las condiciones económicas; si estas comisiones estuviesen investidas de los poderes para descubrir la verdad; si se pudiera encontrar, para cumplir esta misión, hombres expertos, imparciales y severos, como inspectores del trabajo, como médicos que informen sobre la salud o sanidad pública, como comisarios que investiguen sobre la explotación de la mujer y del niño, sobre las condiciones de la vivienda y de la alimentación, etc. Por tanto, los proletarios deben eliminar todos los obstáculos para el desarrollo de la clase proletaria que pueden ser eliminados por la legislación. El obrero, al vender su fuerza de trabajo, cede al capitalista el derecho a usar esta fuerza, pero dentro de ciertos límites razonables. Vende su fuerza de trabajo para conservarla, salvo su natural desgaste, pero no para destruirla. Y como la vende por su valor diario o semanal, se sobreentiende que en un día o en una semana no ha de someterse su fuerza de trabajo a un uso o desgaste de dos días o dos semanas. La condición preliminar para mejorar la situación de los obreros y emancipar a la clase obrera es la limitación general de la jornada de trabajo. Es necesaria para restaurar la salud y la fuerza física de la clase obrera, que es la armazón básica de toda nación, lo mismo que para asegurar a los obreros las posibilidades de desarrollo intelectual y espiritual, de mantener relaciones sociales y de dedicarse a actividades sociales y políticas. Se debe fijar la duración de la jornada de trabajo que, bajo las condiciones concretas, se considera normal, es decir, la jornada normal de trabajo. Por ejemplo, la limitación legal de la duración de la jornada laboral a 8 horas de trabajo. Hay que añadir que, ninguna restricción legal alcanzará el objetivo planteado y todas serán vulneradas por el capital, si no se fija con precisión el período del día en que deben encajar estas 8 horas. La duración de este período debe ser de 8 horas de trabajo y unas pausas adicionales para la comida. Por ejemplo, si los distintos intervalos para comer ocupan 1 hora, el período legal del día será de 9 horas, digamos desde las 7 de la mañana hasta las 4 de la tarde, o desde las 8 de la mañana hasta las 5 de la tarde, y así sucesivamente. Para cultivarse espiritualmente con mayor libertad, un pueblo necesita estar exento de la esclavitud de sus propias necesidades corporales, no ser ya siervo del cuerpo. Pues, necesita que ante todo le quede tiempo para poder crear y gozar espiritualmente. Tan falso es que la miseria social engendra la inteligencia política, que, precisamente al contrario, es el bienestar social el que produce la inteligencia política. La inteligencia política es espiritualista, se da en quien ya posee, en quien está cómodamente instalado. Se debe escuchar a este respecto a un economista francés. M. Michel Chevalier: “En 1789, cuando la burguesía se sublevó, tan sólo le faltaba para ser libre participar en el gobierno del país. Para ella la liberación consistía en retirar de las manos de los privilegiados, que poseían el monopolio de esas funciones, la dirección de los asuntos públicos, los altos cargos civiles, militares y religiosos. Rica e ilustrada, capaz de bastarse a sí misma y de gobernarse sola, quería apartarse del régimen de voluntad arbitraria”. La clase obrera debe inscribir en su bandera el lema: “¡Un salario justo por una jornada de trabajo justa!” Las inmensas ventajas físicas, morales e intelectuales que la ley de la jornada de 10 horas, promulgada en Inglaterra en 1848, proporcionó a los obreros fabriles, señaladas en las memorias semestrales de los inspectores del trabajo, fueron reconocidas en todas partes. La mayoría de los gobiernos europeos continentales tuvo que aceptar la ley inglesa del trabajo bajo una forma más o menos modificada; y el mismo parlamento inglés se vio obligado cada año a ampliar la esfera de acción de esta ley. Pero al lado de su significación práctica, había otros aspectos que realzaban el maravilloso triunfo de esta medida para los obreros. Esta lucha por la limitación legal de la jornada de trabajo se hizo aún más furiosa, porque de lo que se trataba era de decidir la gran disputa entre la dominación ciega ejercida por las leyes de la oferta y la demanda, contenido de la Economía política burguesa, y la producción social controlada por la previsión social, contenido de la Economía política de la clase obrera. Por eso, la ley de la jornada de 10 horas no fue tan sólo un gran triunfo práctico, fue también el triunfo de un principio; por primera vez la Economía política de la burguesía y del capital había sido derrotada en pleno día por la Economía política de la clase obrera y del trabajo. La ley de las 10 horas, o mejor dicho, de las 10 horas y media fue uno de los mayores cambios económicos presenciados. Representaba un aumento súbito y obligatorio de salarios, no ya en algunas industrias locales, sino en las ramas industriales que iban a la cabeza, y por medio de las cuales Inglaterra dominaba los mercados del mundo. El doctor Ure, el profesor Senior y todos los demás portavoces oficiales de la burguesía en el campo de la Economía afirmaron que aquello era tocar a muerto por la industria inglesa. Y, en realidad, el resultado fue que los salarios en dinero de los obreros fabriles aumentaron a pesar de haberse reducido la jornada de trabajo; creció considerablemente el número de obreros fabriles ocupados; bajaron constantemente los precios de sus productos; se desarrollaron maravillosamente las fuerzas productivas de su trabajo; y se dilataron en proporciones inauditas y cada vez mayores los mercados para sus artículos. En Manchester, en 1860, en una asamblea convocada por la Sociedad para el Fomento de la Ciencia, el señor Newmarch confesaba que él, el doctor Ure, el profesor Senior y todos los demás representantes oficiales de la ciencia económica burguesa se habían equivocado, mientras que el instinto del pueblo obrero había sabido ver certeramente. W. Newmarch ocupa en la ciencia económica una posición preeminente como colaborador y editor de la Historia de los Precios, de Mr. Thomas Tooke, esta obra magnífica, que estudia la historia de los precios desde 1793 hasta 1856.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) a) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: La resistencia periódica que los obreros oponen a la rebaja de sus salarios y al aumento de sus jornadas e intensidades de trabajo y sus intentos periódicos por conseguir una subida de salarios y una reducción, limitación o fijación de jornadas e intensidades normales de trabajo, son fenómenos inseparables del sistema del trabajo asalariado y responden precisamente al hecho de que el trabajo se halla equiparado a las mercancías y, por tanto, sometido a las leyes que regulan el movimiento general de los precios. El salario es el precio de la mercancía fuerza de trabajo, del trabajo-mercancía, o la expresión en mercancía dinero del valor o valor de cambio de la mercancía fuerza de trabajo, del trabajo-mercancía. Por tanto, el salario se halla determinado por las mismas leyes que determinan el precio de cualquier otra mercancía. Las mismas leyes generales que regulan el precio de las mercancías en general regulan también el salario, el precio de la fuerza de trabajo. El valor o valor de cambio de la fuerza de trabajo es igual al salario normal, natural o necesario. A las oscilaciones de los precios de las mercancías en general les corresponden las oscilaciones del salario. Pero, dentro de estas oscilaciones, el valor o precio natural de la fuerza de trabajo se hallará determinado, al igual que el de toda otra mercancía, por el coste de producción, por la cantidad de tiempo de trabajo necesario para producir esta mercancía fuerza de trabajo. Al aumentar el coste de producción de una fuerza de trabajo, o la cantidad de tiempo de trabajo necesario o requerido para producir esta fuerza de trabajo, aumenta el valor o valor de cambio de dicha fuerza de trabajo, y viceversa, al disminuir el coste de producción de una fuerza de trabajo, o la cantidad de tiempo de trabajo necesario o requerido para producir esta fuerza de trabajo, disminuye el valor o valor de cambio de dicha fuerza de trabajo. (Razón directa) Ahora bien, ¿cuál es el valor de la fuerza de trabajo, es decir, su coste de producción, o su cantidad de tiempo de trabajo necesario para producirla? Es lo que cuesta sostener al obrero como tal obrero y educarlo para este oficio. La fuerza de trabajo de un hombre existe, pura y exclusivamente, en su individualidad viva. Para poder desarrollarse y sostenerse, un hombre tiene que consumir una determinada cantidad de artículos de primera necesidad. Por tanto, cuanta más o menos cantidad de artículos de primera necesidad exija el obrero, mayor o menor será el coste de producción del obrero, mayor o menor será el precio de su trabajo, su salario. Además, es preciso dedicar otra suma de valores al desarrollo de su fuerza de trabajo y a la adquisición de una cierta destreza. Por tanto, cuanto más o menos tiempo de aprendizaje exija un trabajo, mayor o menor será el coste de producción del obrero, mayor o menor será el precio de su trabajo, su salario. En un trabajo medio, los gastos de educación y perfeccionamiento son magnitudes insignificantes. En las ramas industriales que no exigen apenas tiempo de aprendizaje, bastando con la mera existencia corpórea del obrero, el coste de producción de éste se reduce casi exclusivamente a las mercancías necesarias para que aquél pueda vivir en condiciones de trabajar. Por tanto, aquí el precio de su trabajo estará determinado por el precio de los medios de vida indispensables. Pero, además, hay que tener presente otra circunstancia. El hombre, al igual que la máquina, se desgasta y tiene que ser reemplazado por otro. Además de la cantidad de artículos de primera necesidad requeridos para su propio sustento, el hombre necesita otra cantidad para criar determinado número de hijos, llamados a reemplazarle a él en el mercado de trabajo y a perpetuar la raza obrera. El fabricante, al calcular su coste de producción, y con arreglo a él el precio de los productos, incluye en el cálculo el desgaste de los instrumentos de trabajo. Si una máquina le cuesta, por ejemplo, 1000 pesos y se desgasta totalmente en 10 años, agregará 100 pesos cada año al precio de las mercancías fabricadas, para, al cabo de los 10 años, poder sustituir la máquina ya agotada, por otra nueva. Del mismo modo, hay que incluir en el coste de producción de la fuerza de trabajo simple el coste de procreación que permite a la clase obrera estar en condiciones de multiplicarse y de reponer los obreros agotados por otros nuevos. Por tanto, el desgaste del obrero entra en los cálculos, ni más ni menos que el desgaste de las máquinas. El valor de la fuerza de trabajo está formado por 2 elementos, uno de los cuales es puramente físico, mientras que el otro es histórico y social. 1) Su límite mínimo está determinado por el elemento físico; es decir, que para poder mantenerse y reproducirse, para poder perpetuar su existencia física, la clase obrera tiene que obtener los artículos de primera necesidad absolutamente indispensables para vivir y multiplicarse. El valor de estos medios de sustento indispensables constituye, pues, el límite mínimo del valor del trabajo. Por otra parte, la extensión de la jornada de trabajo tiene también sus límites extremos, aunque sean elásticos. Su límite máximo lo traza la fuerza física del obrero. Si el agotamiento diario de sus energías vitales rebasa un cierto grado, no podrá desplegarlas de nuevo día tras día. Pero, este límite es elástico. 2) Además de este elemento puramente físico, en la determinación del valor del trabajo entra el nivel de vida tradicional en cada país. No se trata solamente de la vida física, sino de la satisfacción de ciertas necesidades, que brotan de las condiciones sociales en que viven y se educan los hombres. La importancia del papel que a este respecto desempeñan la tradición histórica y la costumbre social, puede verse en el libro de Mr. Thornton sobre la Superpoblación, donde se demuestra que en distintas regiones agrícolas de Inglaterra los jornales medios seguían siendo distintos, según las condiciones más o menos favorables en que esas regiones se habían redimido de la servidumbre feudal. Si comparáis los salarios o valores del trabajo normales en distintos países y en distintas épocas históricas dentro del mismo país, veréis que el valor del trabajo no es, por sí mismo, una magnitud constante, sino variable, aun suponiendo que los valores de las demás mercancías permanezcan fijos. El nivel de vida puede ascender y descender. Este elemento histórico o social que entra en el valor del trabajo puede dilatarse o contraerse, e incluso extinguirse del todo, de tal modo que sólo quede en pie el límite físico. Durante la guerra antijacobina -que fue una guerra de los barones ingleses contra las masas trabajadoras de Inglaterra-, los honorables hacendados ingleses redujeron los jornales de los obreros del campo hasta por debajo de aquel mínimo estrictamente físico, completando la diferencia indispensable para asegurar la perpetuación física de la raza mediante las Leyes de Pobres. Era un método glorioso para convertir al obrero asalariado en esclavo, y al orgulloso yeoman de Shakespeare en indigente. La determinación del salario se dirime exclusivamente por la lucha incesante entre el capital y el trabajo. El obrero pugna constantemente por elevar los salarios de su límite físico y no prolongar la jornada de trabajo de su máximo físico. Por tanto, el problema se reduce al problema de las fuerzas respectivas de los contendientes. Por tanto, los proletarios deben acabar con la competencia entre ellos mismos para poder hacer una competencia general a las clases dominantes. Deben coligarse, asociarse y unirse contra las clases dominantes, y deben mantener una línea de acción común para la defensa de sus salarios, sus intereses comunes, sus condiciones de trabajo, sus condiciones de vida, y sus propias coaliciones, asociaciones y uniones.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    1) c) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: ¿No sucede acaso que todas las rebeliones, sin excepción, estallan en el aislamiento funesto de los hombres del ser colectivo? Toda sublevación, ¿no presupone necesariamente este aislamiento? ¿Hubiera podido tener lugar la Revolución de 1789 sin este funesto aislamiento de los burgueses franceses del ser colectivo político, del ser del Estado? Estaba precisamente destinada a suprimir este aislamiento. Pero el ser colectivo del que se halla separado el trabajador es un ser colectivo de realidad distinta, de distinto alcance que el ser político. El ser colectivo del que le separa su propio trabajo es la vida misma, la vida física e intelectual, las costumbres humanas, la actividad humana, el goce humano, el ser humano. El ser humano es el verdadero ser colectivo de los hombres. Del mismo modo que el funesto aislamiento de este ser es incomparablemente más universal, más insoportable, más terrible, más lleno de contradicciones que el hecho de estar aislado del ser colectivo político; asimismo, la supresión de este aislamiento e incluso una reacción parcial, un levantamiento contra ese aislamiento tiene un alcance mucho mayor, al igual que el hombre es mucho más que el ciudadano, y la vida humana mucho más que la vida política, por muy parcial que sea, la sublevación industrial encierra en ella misma un alma universal. En cambio, la insurrección política por más universal que sea, disimula bajo su forma colosal un espíritu limitado. Aun cuando no se produzca más que en un único distrito industrial, una revolución social se sitúa en el punto de vista de la totalidad porque es una protesta del hombre contra la vida deshumanizada, porque parte del punto de vista de cada individuo real, porque el ser colectivo del que el individuo se esfuerza en no permanecer separado es el verdadero ser colectivo del hombre, el ser humano. Por el contrario, el espíritu político de una revolución consiste en la tendencia de las clases sin poder político a suprimir su aislamiento respecto del ser del Estado y del poder. Su punto de vista es el del Estado, una totalidad abstracta que tan sólo existe por la separación de la vida real, que sería impensable sin la contradicción organizada entre la idea general y la existencia individual del hombre. De acuerdo con su naturaleza limitada y ambigua, una revolución con espíritu político crea pues una esfera dominante en la sociedad a expensas de la propia sociedad. Una revolución «social» con espíritu político es, o bien un complejo absurdo, si se entiende por revolución social una revolución «social» opuesta a una revolución política y dotada nada menos que de un espíritu político en lugar de un espíritu social, o bien una simple paráfrasis, de lo que de ordinario se conoce como «revolución política», o una «revolución a secas». Toda revolución disuelve la antigua sociedad, y en este sentido es social. Toda revolución acaba con el antiguo poder, y en ese sentido es política. Pero así como una revolución social con espíritu político es parafrástica o absurda, una revolución política con espíritu social es algo completamente racional. La revolución en general -el derrocamiento del poder existente y la supresión de las antiguas relaciones- es un acto político. El socialismo sin revolución no puede realizarse: tiene necesidad de ese acto político en la medida en que tiene necesidad de destrucción y de disolución, pero allí donde empieza su actividad organizadora y donde surgen el objetivo y el espíritu que le son propios, el socialismo rechaza su apariencia política. Todo levantamiento revolucionario, por muy alejada que parezca estar su meta de la lucha de clases, tiene necesariamente que fracasar mientras no triunfe la clase obrera revolucionaria. “Con el sojuzgamiento de la clase obrera, protagonista de febrero y marzo, fueron vencidos, al propio tiempo, sus adversarios: en Francia, los republicanos burgueses, y en todo el continente europeo, las clases burguesas y campesinas en lucha contra el absolutismo feudal; el triunfo de la «república honesta» en Francia fue, al mismo tiempo, la derrota de las naciones que habían respondido a la revolución de febrero con heroicas guerras de independencia; y, finalmente, con la derrota de los obreros revolucionarios, Europa ha vuelto a caer bajo su antigua doble esclavitud: la esclavitud anglo-rusa. La batalla de junio en París, la caída de Viena, la tragicomedia del noviembre berlinés de 1848, los esfuerzos desesperados de Polonia, Italia y Hungría, el sometimiento de Irlanda por el hambre: tales fueron los acontecimientos principales en que se resumió la lucha europea de clases entre la burguesía y la clase obrera... Bélgica y Suiza eran estampas de género, caricaturescas y tragicómicas en el gran cuadro histórico: una, el Estado modelo de la monarquía burguesa; la otra, el Estado modelo de la república burguesa, y ambas, Estados que se hacen la ilusión de estar tan libres de la lucha de clases como de la revolución europea.” (Marx, 1849) Toda reforma social no será más que una utopía mientras la revolución proletaria y la contrarrevolución feudal no midan sus armas en una guerra mundial. Los elementos de las otras clases que llegan inevitablemente al movimiento proletario determinado por el mismo curso del desarrollo histórico y que se incorporan al proletariado revolucionario en lucha, deben asimilar sin reservas el enfoque proletario y no traer resabios de prejuicios. Aquí se habla de las personas sólo como personificación de categorías económicas, como portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. El punto de vista que enfoca el desarrollo de la formación económica de la sociedad como un proceso histórico-natural, puede menos que ningún otro hacer responsable al individuo de unas relaciones de las cuales socialmente es producto, aunque subjetivamente pueda estar muy por encima de ellas.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    1) b) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: El proletariado es la única y verdadera clase revolucionaria que se enfrenta a la burguesía y a la aristocracia, porque surge sobre la base de la gran industria, es el producto propio, genuino y peculiar del desarrollo de la gran industria, es la fuerza productiva más grande de todos los instrumentos de producción, y aspira a establecer las condiciones materiales de producción colectiva en toda la sociedad, ante todo en su propio país, en una escala nacional. Los proletarios son los obreros industriales. Los jornaleros u obreros agrícolas tienen directamente, no indirectamente, los mismos intereses que los obreros industriales. Los obreros industriales deben luchar hombro con hombro con los obreros agrícolas. El proletariado, por la propia naturaleza de las cosas, debe ser sinceramente «revolucionario». Los trabajadores, por su valor, resolución y espíritu de sacrificio, formarán la fuerza principal en la conquista de la victoria. Toda una serie de elementos modestos, la escala inferior de la clase media que venía perteneciendo a la burguesía, pequeños burgueses de la ciudad y del campo, pequeños industriales, comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos, son absorbidos por el proletariado. La pequeña burguesía de la ciudad y del campo es también explotada y oprimida, y será parte integrante de todas las revoluciones sociales que han de suceder. Todos estos elementos de las clases medias, más todavía los de la escala superior, no son revolucionarios, sino conservadores. Sin embargo, no son conservadores necesaria e inevitablemente. Son revolucionarios únicamente por cuanto tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado; y con esa actitud no defienden sus intereses actuales, sino los futuros, y se despojan de su posición propia para abrazar la del proletariado. En lo tocante a la satisfacción de sus intereses políticos, dependen cada vez más del proletariado, por cuya razón han de adherirse pronto a las reivindicaciones de éste. Tanto más se acercan los demócratas pequeños burgueses a los objetivos de los revolucionarios proletarios, en las medidas socialistas que los demócratas pequeños burgueses defienden en todas partes, cuanto más clara y explícitamente defienden los intereses del proletariado y cuanto más se apoyan en el proletariado. El lumpemproletariado, o el proletariado andrajoso, el producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad, se verá arrastrado en parte al movimiento por una revolución proletaria, si bien las condiciones todas de su vida lo hacen más propicio a dejarse comprar por la reacción para servir a sus maniobras, como instrumentos de manejos reaccionarios. Una pequeña parte de la clase dominante, en aquellos períodos en que la lucha de clases está a punto de decidirse y es tan violento, tan agudo y tan claro el proceso de desintegración de esa clase latente en el seno de la antigua o vieja sociedad, se desprende de ella y abraza la causa revolucionaria, pasándose a la clase que tiene en sus manos el porvenir. Y así como antes, una pequeña parte de la nobleza se pasaba a la burguesía, ahora, una pequeña parte de la burguesía se pasa al proletariado. Y también pasan al campo del proletariado, los intelectuales e ideólogos que en el tránsito rompen la marcha porque se han elevado al análisis y comprensión teórica del movimiento y curso de la Historia y han logrado ver claro en sus derroteros. Pues, todas las clases sociales contribuyen a nutrir las filas del proletariado. Es "posible" que individuos particulares no siempre sean determinados por la clase a la cual pertenecen; pero este hecho es tan poco decisivo para la lucha de clases como lo fue para la revolución francesa el paso de algunos nobles al Tercer Estado. Y, además, esos nobles al menos se unían a una clase, a la clase revolucionaria, a la burguesía. Las condiciones de existencia y de vida de la vieja sociedad aparecen ya destruidas en las condiciones de existencia y de vida del proletariado. Bajo determinadas condiciones, una clase de la sociedad puede y debe ser llamada a representar todos los intereses de una nación y, por tanto, gobernar políticamente esta nación. Por consiguiente, el proletariado deberá representar todos los intereses de la nación y gobernar políticamente la nación. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado. La lucha de clases es la fuerza directamente propulsora de la historia y, particularmente, la lucha de clases entre la burguesía y el proletariado es la gran palanca de la revolución social moderna. Tesis, Posición o Afirmación: Burgueses o Capitalistas. Antítesis, Oposición o Negación de la afirmación: Proletarios u Obreros. Síntesis, Combinación o Negación de la negación: Comunismo. Hasta ahora, todos los movimientos sociales han sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. No es un sueño utópico ni la revolución radical, ni tampoco la emancipación humana general o universal, sino más bien, la revolución parcial, la revolución sólo política, que deja en pie derechamente los pilares del edificio de la causa. Una revolución parcial, una revolución meramente política, se apoya o descansa sobre el hecho de que una parte de la sociedad burguesa se emancipa y alcanza e instaura un dominio general o universal; también sobre el hecho de que una determinada clase emprende la emancipación general o universal de la sociedad desde su situación especial. Esta clase emancipa a toda la sociedad, pero sólo con la presuposición de que toda la sociedad se encuentre en la situación de aquella clase que posea, por ejemplo, dinero y cultura o pueda adquirirlos queriendo. Para escalar, o tomar por asalto, esta posición emancipadora y, por tanto, para el agotamiento político de todas las esferas de la sociedad y poder explotarlas políticamente en interés de la propia esfera, la energía revolucionaria y la conciencia moral del valor y amor propio, no bastan por sí solos. Cada una de las esferas de la sociedad burguesa comienza a sentirse, a adquirir la conciencia de sí misma y a tomar un puesto al lado de las otras con pretensiones o exigencias especiales, no ya desde el momento en que es oprimida, sino apenas las circunstancias o condiciones sociales de la época crean y constituyen, sin su intervención o cooperación, una base o substrato social, sobre la que la clase contigua pueda ejercitar su opresión. Por tanto, todas y cada una de las esferas de la sociedad burguesa sufren su derrota antes de haber festejado su victoria, desarrollan sus propios límites antes de haber saltado por encima de sus límites, antes de haber ampliado el ámbito de sus límites, antes de haber superado las barreras opuestas a ella, y hacen valer su sordidez o pusilanimidad antes de haber hecho valer su arrogancia, antes de haber demostrado cuánto tiene de generosa; de modo que, la oportunidad u ocasión de desempeñar un gran papel u obra ha pasado siempre, antes de haberse presentado, y cada clase, apenas inicia la lucha contra la clase que está por encima de ella, se encuentra envuelta y enredada en una lucha contra la clase que está por debajo. Por eso, el burgués se encuentra en lucha con todos, mientras el proletario ya comienza a encontrarse en lucha con el burgués. La clase media apenas osa o se atreve a concebir, desde su punto de vista, el pensamiento de la emancipación, y ya la evolución y desarrollo de las condiciones sociales, así como el progreso de la teoría política, vuelven anticuado, o al menos problemático, ese punto de vista.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    1) a) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: Desde el principio mismo de la civilización, la producción social comienza a basarse en el antagonismo de los rangos, de los estamentos, de las clases, y por último, en el antagonismo entre la clase burguesa y la clase proletaria, entre el trabajo acumulado y el trabajo directo. Sin antagonismo no hay progreso. Tal es la ley a la que se ha subordinado hasta nuestros días la civilización. La producción social se comprende como un modo de producción determinado basado en el antagonismo. Las fuerzas productivas se han desarrollado hasta el presente gracias a este régimen de antagonismo entre las clases. Las condiciones históricas basadas en el antagonismo de clases, como por ejemplo, la acumulación de capitales privados, la división moderna del trabajo, la fábrica mecanizada, la competencia anárquica, el sistema de trabajo asalariado, etc., eran necesarias para el desarrollo de las fuerzas productivas, para el aumento del remanente de trabajo y para la producción de riqueza. Por tanto, para obtener este desarrollo de las fuerzas productivas, este aumento del remanente de trabajo y esta producción de riqueza, era necesaria la existencia de unas clases que se benefician y de otras que decaen. Pero, a medida que se desarrollan las fuerzas productivas y se produce la riqueza, se desarrolla el antagonismo de clases. Y a medida que se desarrolla el antagonismo de clases, una de estas clases antagónicas de la sociedad, uno de estos elementos antagónicos, el elemento negativo o revolucionario, el que, dando origen a la lucha, produce el movimiento que crea la historia, crece incesantemente hasta que llegan a madurez las condiciones materiales para su emancipación, y prevalece siempre sobre el otro elemento antagónico, el elemento positivo o conservador, la otra clase antagónica de la sociedad. El feudalismo también tenía su proletariado: los siervos, estamento que encerraba todos los gérmenes de la burguesía. De los siervos de la gleba de la Edad Media surgieron los “villanos” o vecinos libres de las primeras ciudades; y estos villanos fueron el germen de donde brotaron los primeros elementos de la burguesía. La producción feudal también tenía sus dos elementos antagónicos, el elemento positivo o conservador y el elemento negativo o revolucionario del feudalismo. La burguesía comienza su desarrollo histórico con un proletariado que es, a su vez, un resto de la clase trabajadora de los tiempos feudales. En el curso de su desenvolvimiento histórico, la burguesía desarrolla necesariamente su carácter antagónico, que al principio se encuentra más o menos velado y encubierto, que no existe sino en estado latente. A medida que se desarrolla la burguesía, va desarrollándose en su seno un nuevo proletariado, un proletariado moderno: se desarrolla una lucha entre la clase proletaria y la clase burguesa, lucha que, antes de que ambas partes la sientan, la perciban, la aprecien, la comprendan, la reconozcan y la proclamen en alto, no se manifiesta en los primeros momentos sino en conflictos parciales y fugaces, en hechos sueltos de carácter subversivo. Por otra parte, si todos los miembros de la burguesía moderna tienen un mismo interés por cuanto forman una sola clase frente a otra clase, tienen intereses opuestos y antagónicos por cuanto se contraponen los unos a los otros. Esta oposición de intereses dimana de las condiciones económicas de su vida burguesa. Por tanto, cada día es más evidente que las relaciones de producción en que la burguesía se desenvuelve no tienen un carácter antagónico uniforme y simple, sino un carácter antagónico doble; que dentro de las mismas relaciones en que se produce la riqueza, se produce también la miseria; que dentro de las mismas relaciones en que se opera el desarrollo de las fuerzas productivas, existe asimismo una fuerza destructiva que da origen a la opresión; que estas relaciones no crean la riqueza burguesa, es decir, la riqueza de la clase burguesa, sino destruyendo continuamente la riqueza de los miembros integrantes de esta clase y formando un proletariado que crece sin cesar. Cuanto más se pone de manifiesto este carácter antagónico tanto más entran en desacuerdo con su propia teoría los economistas, los representantes científicos de la producción burguesa, y se forman diferentes escuelas. Pues, ¿dónde está la posibilidad positiva de la emancipación? La riqueza de una parte de la clase poseedora se destruye continuamente formando un proletariado que crece sin cesar. La mayoría de la clase desposeída y una parte de la clase poseedora anterior se desarrollan para formar una nueva clase, el proletariado. El proletariado es el elemento o representante negativo de la sociedad. La vieja sociedad va a disolverse en el proletariado. El proletariado es un estado social que es la disolución y desaparición de todos los estados sociales. El proletariado es la disolución práctica de todo el orden universal de cosas hasta ahora existente. El proletariado comienza a formarse con el invasor movimiento y proceso industrial, porque el proletariado no está constituido por la pobreza surgida naturalmente, sino por la producida artificialmente; por la disminución de la pobreza absoluta y el aumento de la pobreza relativa; por el mejoramiento de su situación material y el empeoramiento de su situación social. El proletariado está constituido por la masa que surge y brota de la disolución aguda de la sociedad, especialmente de la disolución de la clase media pequeño-burguesa que flota entre la burguesía y el proletariado, y si bien ésta gira constantemente en torno a la sociedad burguesa como satélite suyo, no hace más que brindar nuevos elementos al proletariado, precipitados a éste por la concurrencia o competencia; aunque también la pobreza natural y la servidumbre de siervos vayan incorporándose gradualmente a sus filas. Cuando el proletariado anuncia y proclama la disolución de todo el orden universal hasta ahora existente, expresa y pregona sólo el secreto de su ser, puesto que éste es la disolución práctica de aquel orden universal de cosas. Cuando el proletariado reclama la negación de las relaciones de producción burguesas, sólo eleva como principio de la sociedad lo que ya la sociedad ha elevado como su principio, lo que en él, sin su intervención y cooperación, está ya personificado como resultado negativo de la sociedad. El proletariado, en relación al mundo que se va formando, llama al pueblo su pueblo. El proletariado vale por toda la sociedad; porque en el proletariado todos los defectos y fallas de la sociedad se encuentran concentrados y condensados; porque el proletariado es el estado social contra el cual es dirigido el ataque de todos, es la clase que resume en sí la repulsa general, es la incorporación de la traba impuesta a todos, del obstáculo general; porque el proletariado es la esfera social que aparece y es considerada como el delito o crimen notorio y conocido de toda la sociedad; porque el proletariado es una clase radicalmente encadenada y esclavizada, condenada a soportar todos los inconvenientes de la sociedad sin gozar de sus ventajas, y que se ve expulsada de la sociedad y obligada a colocarse en la más resuelta contradicción con todas las demás clases; porque el proletariado es una esfera de la sociedad que obtiene de sus sufrimientos universales un carácter universal, y no reclama o alega ningún derecho especial porque ella no padece una injusticia social, sino la injusticia en sí, no se comete contra ella ningún desafuero especial, sino el desafuero puro y simple; porque el proletariado es el completo o total aniquilamiento del hombre y sólo puede rehacerse con la completa o total rehabilitación del hombre; porque una revolución radical sólo puede ser la revolución de necesidades radicales, y el proletariado es una clase que siente la necesidad de una emancipación general o universal y la capacidad de realizarla porque es constreñida u obligada por su situación o condición inmediata, por la necesidad material, por sus propias cadenas, y que no renuncia a ser todo porque no es nada; porque no se puede hacer una revolución sin cumplirla por la base, no se puede revolucionar sin revolucionar desde el fundamento mismo, y el proletariado es una clase que forma la mayoría de todos los miembros de la sociedad y de la que nace la conciencia de que es necesaria una revolución radical, la conciencia comunista, conciencia que, naturalmente, puede llegar a formarse también entre las otras clases, al contemplar la posición en que se halla colocada ésta, o al elevarse al análisis y a la comprensión teórica del movimiento y el curso de la Historia; y porque el proletariado es una esfera de la sociedad que no se puede ya emancipar sin emanciparse de todas las demás esferas de la sociedad y, a su vez, sin emanciparlas a todas ellas. La liberación o emancipación del proletariado aparece como la autoliberación o autoemancipación general y universal cumplida por obra propia.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) h) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: La existencia y el dominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la formación y el incremento constante del capital, la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos. A su vez, la existencia del capital tiene por condición el trabajo asalariado. El trabajo asalariado presupone, inevitablemente, la competencia de los obreros entre sí. El progreso de la industria, que tiene por cauce automático y espontáneo a la burguesía, del que la burguesía es agente involuntario incapaz de oponérsele, impone, en vez del aislamiento de los obreros por la concurrencia o competencia, su unión revolucionaria por la asociación y organización. Y así, al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre las que produce y se apropia de lo producido. Y a la par que avanza, la burguesía misma se cava su propia fosa y cría a sus propios enterradores o sepultureros. Su muerte y el triunfo del proletariado son igualmente inevitables. (La competencia aísla a los individuos, no sólo a los burgueses, sino aún más a los proletarios, enfrentándolos los unos con los otros, a pesar de que los aglutine. De aquí que tenga que pasar largo tiempo antes de que estos individuos puedan agruparse, aparte de que para dicha agrupación -si ésta no ha de ser puramente local- tiene que empezar cuando la gran industria ofrezca los medios necesarios, razón por la cual sólo es posible vencer tras largas luchas a cualquier poder organizado que se enfrente a estos individuos aislados, que viven en condiciones que reproducen diariamente su aislamiento. La gran industria concentra a una masa de proletarios que no se conocen entre sí. La competencia divide sus intereses. La desunión de los proletarios nace y se perpetúa debido a la inevitable competencia entre ellos mismos. Pero la defensa de los intereses comunes a todos ellos frente a sus patronos los une. Por tanto, la coalición persigue siempre una doble finalidad: acabar con la competencia entre los proletarios para poder hacer una competencia general a los burgueses. Si bien esta organización de los proletarios como clase se ve minada o socavada a cada momento por la competencia desatada entre los propios proletarios, vuelve a surgir siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante. El progreso de la industria impone, en vez del aislamiento de los proletarios por la competencia, su unión revolucionaria por la asociación y la organización. El proletariado recorre diversas fases o etapas en su desarrollo antes de fortificarse y consolidarse.) Huelga decir que, la gran industria no alcanza el mismo nivel de desarrollo en todas y cada una de las localidades de un país. Sin embargo, esto no detiene el movimiento de clase del proletariado, ya que los proletarios engendrados por la gran industria se ponen a la cabeza de este movimiento y arrastran consigo a toda la masa, y puesto que los obreros eliminados por la gran industria se ven empujados por ésta a una situación de vida aún peor que la de los obreros de la gran industria misma. Y, del mismo modo, los países en que se ha desarrollado una gran industria influyen sobre los países más o menos no industriales, en la medida en que éstos se ven impulsados por el intercambio mundial a la lucha universal de competencia. Por tanto, los proletarios engendrados por la gran industria más desarrollada, de las ciudades más industriales de un país y de los países más industriales del mundo, deben ponerse a la cabeza del movimiento de clase del proletariado y arrastrar consigo a toda la masa proletaria. Llamamiento a la clase obrera revolucionaria, vinculada a la forma más adelantada de la economía, a la gran producción industrial capitalista, a que se ponga a la cabeza del movimiento de clase del proletariado, a que arrastre consigo a toda la masa proletaria, obrera y popular, explotada y oprimida, marginada y excluida, a que aglutine y agrupe en torno suyo a los diversos sectores o clases del proletariado, en la lucha por conquistar la auténtica democracia, por acabar con la expoliación y explotación capitalista, por transformar la sociedad, por colectivizar los objetos, medios e instrumentos de producción.

  • @alejandrodidomenica9626
    @alejandrodidomenica9626 16 днів тому

    2) g) Contribución del Partido Proletario Revolucionario: Por una parte, cada secta es necesariamente fanática, y gracias a ese fanatismo sobre todo donde la secta es nueva consigue éxitos momentáneos mucho más importantes que el Partido Proletario que representa simplemente el movimiento de clases, histórico, real, sin extravagancias sectarias. Es lógico y está muy bien que toda dirección de Partido Proletario busque éxitos en su trabajo. Pero hay circunstancias en las que se debe tener el valor de renunciar a los éxitos inmediatos en aras de cosas más importantes. Sobre todo un Partido Proletario como el nuestro, no necesita, siempre y en todas las condiciones, obtener éxitos inmediatos. Por otra parte, el movimiento de sectas, el movimiento de fanáticos, es algo que no dura mucho. El desarrollo del sectarismo socialista y el desarrollo del movimiento obrero real se encuentran siempre en proporción inversa. Las sectas están justificadas (históricamente) mientras la clase obrera aún no ha madurado para un movimiento histórico independiente. Pero en cuanto ha alcanzado esa madurez, todas las sectas se hacen esencialmente reaccionarias. Una organización sectaria es hostil a la organización de un movimiento obrero efectivo. La solidaridad interna junto con la intriga, el embrollo, la difamación, la calumnia, la mentira, la infamia, la estupidez, etc., son rasgos característicos de todas las sectas. Por una parte, la Asociación Proletaria será fundada para remplazar las sectas por una organización real de la clase obrera con vistas a la lucha. Por otra parte, la Asociación Proletaria no habrá de poder afirmarse si el espíritu de secta no ha sido ya aplastado por la marcha de la historia. Por cierto, en la historia de la Asociación Proletaria se repetirá lo que la historia general nos muestra en todas partes. Lo caduco tendera a restablecerse y a mantener sus posiciones dentro de las formas recién alcanzadas. También, la historia de la Asociación Proletaria será una lucha continua del Consejo General contra las sectas y los experimentos de diletantes que tenderán a echar raíces en la Asociación Proletaria contra el verdadero movimiento de la clase obrera. Esta lucha se librara en los congresos y, mucho más aún, en las reuniones especiales del Consejo General con las distintas secciones. La Asociación Internacional de los Trabajadores será establecida para crear un centro, un órgano, de las sociedades obreras de los diferentes países y que aspiren a un mismo fin, a saber: la defensa, el progreso y la completa emancipación de la clase obrera. Todas las sociedades y todos los individuos que se adhieran a ella reconocerán la verdad, la justicia y la moral como bases de sus relaciones recíprocas y de su conducta hacia todos los hombres, sin distinción de sexo, de color, de raza, de nacionalidad, de idioma, de ideología, de creencia o de cultura. La acción conjunta internacional de las clases obreras no depende, en modo alguno, de la existencia de la "Asociación Internacional de los Trabajadores". Los deberes internacionales existen. La clase obrera de todos los países tiene el deber de: • lograr que los obreros de los distintos países, además de sentirse hermanos y camaradas, actúen como tales en la lucha por su emancipación formando en el ejército de la emancipación; • establecer sobre bases firmes entre los trabajadores de todos los países el principio vivificante: la solidaridad; • introducirse e iniciarse en la política internacional; • salir al escenario de la Historia Universal como fuerza independiente, consciente de su propia responsabilidad y capaz de imponer la paz allí donde sus pretendidos amos vocean acerca de la guerra; • organizar campañas de agitación contra las guerras inminentes o que han estallado ya; • luchar contra las clases dominantes y sus gobiernos de todos los países; • contraponer sus deberes internacionales a su propia burguesía, ya que fraterniza contra ella con la burguesía de todos los demás países, y a la política internacional de conspiración de su gobierno; • ayudar en caso de huelga y paralizar el envío de esquiroles; • vigilar la actividad diplomática de sus gobiernos respectivos; • combatir esta actividad diplomática por todos los medios de que disponga en caso necesario; • unirse para lanzar una protesta común en caso de no poder impedir esta actividad diplomática; • resistir y evitar la política exterior criminal de sus clases dominantes y sus gobiernos, como, por ejemplo, poner en juego prejuicios nacionales, dilapidar en guerras de piratería la sangre y las riquezas del pueblo, etc.; • reivindicar que las sencillas leyes de la moral y de la justicia que deben presidir las relaciones entre los individuos, sin distinción de sexo, de color, de raza, de nacionalidad, de idioma, de ideología, de creencia o de cultura, sean las leyes supremas de las relaciones entre las naciones. Si bien esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político, se ve minada o socavada a cada momento por la competencia desatada entre los propios proletarios, vuelve a surgir siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante. Y aprovechándose de las discordias que surgen en el seno de la burguesía, el proletariado impone la sanción legal de sus intereses propios. Así nació, en Inglaterra, en el siglo XIX, la ley de la jornada de 10 horas. En 1848, después de una lucha de treinta años, sostenida con una tenacidad admirable, la clase obrera inglesa, aprovechándose de una disidencia momentánea entre los señores de la tierra y los señores del dinero, consiguió arrancar la ley de la jornada de 10 horas. Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad imprimen nuevos impulsos al proletariado. La burguesía lucha incesantemente: primero, contra la aristocracia o nobleza; luego, contra aquellos sectores de la propia burguesía cuyos intereses entran en contradicción con los progresos de la industria; y siempre, contra la burguesía de todos los demás países. Para librar estos combates, la burguesía se ve forzada a apelar al proletariado, a reclamar su ayuda, arrastrándolo así a la lucha política. Y de este modo, le suministra elementos de fuerza de su propia educación política y general, es decir, armas contra sí misma. Además, los progresos de la industria traen a las filas proletarias a toda una serie de elementos de la clase dominante, o al menos, los colocan en las mismas condiciones de vida. Y estos elementos suministran al proletariado nuevos elementos de educación y nuevas fuerzas.